2014 dejó recuerdos que no
quiero modificar, malos o buenos han sido experiencias que me han hecho tener
una mejor introspección. La montaña y yo es
el nombre de la primera foto publicada en esta entrada ¿Por qué llamarle así? Fue
fácil hacerlo, comencé a caminar montañas en Enero y desde entonces no he
querido detenerme; me sacan de mi zona
del confort y me ayudan a despejar la mente de ideas tontas o me empujan a
ellas, todo dependió del tiempo en el que me encontraba transcurriendo.
Venezuela (pero no me caigo
con mucho cuento, Táchira en especial), se detuvo por una crisis que la gente
llamó “Guarimbas” y yo les odie al principio porque me alejaron de mi día a día
normal, privándome de salir de casa por un mes y medio y de ahí directo al terminal
para escaparme a Valencia, a ser una miedosa y refugiarme en otro estado, en
otras personas. Digo que las odie al principio porque luego resultó ser para mí
el mejor tiempo atravesado, respecto a lo que sucedió en esos meses no ayudó al
país nada, de hecho cuando retorné encontré a la ciudad fría, distinta y con
más miedos de los que dejé.
Tuve que tomar decisiones
que me alejaron de situaciones que disfruté, siendo lo mejor a la larga, en ese
momento no tuve mucha alegría. El luto me duró lo que una relación a distancia
me ha durado –un coño de días- y por eso comprendí lo efímero que es mi tiempo,
los caprichos de niña mimada estaban a flor de piel, pero no pude evitar
disfrutar en ese camino tan “duro” probando cosas nuevas, reconociendo los aspectos
propios que me desagradaban y sacándonos del camino para ponerme a disfrutar de
cosas estables (algo nuevo para mi).
Viajar es fundamental en mi
vida, desde pequeña Venezuela ha sido recorrida año tras año por esta mujer. Me
doy la tarea de aprender o enseñar algo nuevo en cada viaje, pero este trayecto
duró meses, entonces cuando volví ya no reconocía a la ciudad como mía. Quería
un reto mayor siguiendo un consejo de vida que mi querido amigo (una persona
que me conoció a los catorce, me ayudó en esa edad tan terrible y me hizo
querer volver cada año a ese lugar pero luego de tres años, no nos volvimos a
ver, porque él era un viajero que necesitaba irse y yo ya había aprendido –según
él- lo necesario para dejar de estar en la zona de confort, porque nada crece ahí). Cuando vi a mi hermanito graduarse
e irse me entró una manada de dudas respecto a la dirección que mi vida estaba
tomando, me sentía inútil; entonces como era costumbre mía comencé a buscar la forma de esquivar
los problemas y seguir quejándome de ellos sin solucionarles.
En medio de todas las situaciones tan enrolladas comencé a reconocer patrones y querer romperlos y
así descubrí una parte de mi. Empecé a ser demostrativa respecto a mis gustos y disgustos, la forma de pensar, las ideas malas y buenas y aprendí a comunicarme
un poco, no ser tan rígida conmigo misma y darle un chance a los sentimientos,
dejé de reírme de ellos y me los tomé enserio. Quise disculparme con muchos que
había lastimado antes pero ¡vamos! ¿Realmente tenía sentido? El tiempo ya había
pasado, las personas lastimadas estaban hechas de nuevo y la vida corrigió todo lo que yo
había jodido por inconsciente. De este punto en adelante las relaciones –todas ellas-
tomaron valor para mi, cambié en absoluto el ritmo que llevaba y “Querer” es la
palabra que tuvo más sentido que cualquier otra.
En este punto la cosa no estuvo tan animosa. -Escribí esto para explicarle a una persona todo lo que había pasado, nunca se lo mostré, espero que pueda leerle por este medio...
Desde el mes de Julio; pase
por crisis terribles en mi vida, fue una etapa fuerte que no estuvo vinculada
con las drogas, ni enfermedades psiquiátricas, pero se vivió como un infierno, consumí tantos medicamentos para ayudar a mi cuerpo a combatir las enfermedades que me dio miedo faltar a una dosis o que todo se pusiera peor.
La depresión emocional (como así remito personalmente a llamar a lo que
recientemente he dejado atrás), sigue siendo una de las etapas más fuertes de
mi vida, porque nunca tendrás a un enemigo más grande que tú mismo.
Antes de esto mi energía se
desbordaba cada tanto, es increíble como un problema desencadena una serie de
eventos y termina deteniendo (como casi todo en esta vida, porque tú te lo
permites), una evolución que a mis ojos no tenía un fin.
Mi problema interno terminó
arrastrando a familiares y amigos. Destruyó amistades que ya venían siendo
bastante tóxicas para mí, terminó de dejar caer puentes y asfixió mis sueños en
un túnel negro sin visión. Luego de unos meses de enfermedad física y de
mantener poco contacto con quizás tres o cuatro amigos solamente, tuve que
darle un fin a todo este asunto que "ya había quedado así".
Me sentía como un robot,
estaba dejando perder las cosas que me importaban por esta dificultad y aunque estaba
triste, me negué a mostrarles a los demás que estaba en mal estado. Muchos se
acercaron preguntándome si todo estaba bien, a veces me contenía y otras veces no.
Encontré –sin estar buscando- a una persona; aunque no pude expresarle lo
agradecida que estaba, intenté demostrárselo en diferentes oportunidades.
Quizás no se enteró jamás de lo que estaba haciendo, pero me ayudó a ver mi
capricho más grande y a encaminarme a la superación
Fue difícil estar en la
situación que califico como solitaria, de repente todo lo que se veía próximo
quedó en el olvido y quise solo dejar correr mi dolor, mi decepción. Siempre estoy bien era
lo frase que usaba para negarle a los demás como me quemaba por
dentro.
Luego de eso, en algún
momento solo se venía a mi cabeza la palabra "fuck it", y comencé a
ver mi vida como un documento de Microsoft Word. Podía modificar mi presente para restaurar mi futuro y así
lo hice; meses, fue el tiempo que usé para darme un nuevo comienzo.
Entrar a la universidad
significó darle sentido a la frase “mantenernos ocupados es una manera de estar
a salvo”, pero no era solo eso; me recuperé de esa fea crisis y prácticamente no
me he detenido desde entonces. El mayor reto para mí fue cuando una tarde me
llama mi amiga Michel a decirme que teníamos una presentación acrobática en un
nuevo bar que estaba inaugurando. En el momento la locura estuvo al tope, habitualmente
mis prácticas eran cerradas, el miedo de que muchas personas estuvieran viéndome
me aterraba un poco. Cuando estuve ahí me di cuenta que ese era mi lugar, estaba
demostrándole a extraños y amigos la verdadera esencia que me identificaba. Si
pensaba que antes tenía proyectos desde ese día se multiplicaron J
No puedo
dejar de ver “las cosas pequeñas” o bien llamados detalles, los grandes atardeceres, el paso de la luz,
las expresiones corporales de los que me rodean, miradas, actitudes, caminos,
salones, dejar de ver lo que estructura la vida. La primera foto es acerca de
una experiencia bastante divertida que inició con la idea de ser un book fotográfico
y en la cual terminé siendo parte de las modelos; Angie Prada es la que aparece
en esta foto, esta es una experiencia compartida por nosotras. La segunda
fue tomada desde mi cámara, para mi tiene un solo sentido: aprecio por los detalles
cotidianos.
Cierro este año llena de
proyectos, amor y mucha alegría. Los problemas están todos los días, es una
manera de demostrarnos a nosotros mismos que nos superamos. No estoy complacida
con las fotos que produje este año, siento que he mostrado un material muy
pobre pero que le doy un sentido bastante sentimental. Hago recordar que esta
entrada habla de lo que me sucedió y de cómo lo veo yo; por lo tanto se tornó
muy yo-ista pero siento que tenía que cerrar este año así para abrir el nuevo
recordando más de donde vengo y hacia dónde voy.
¡Un año de buenos tiempos es lo
que deseo para todos los que vieron este escrito!
-La mayoría de las fotos las tomé, a excepción de un par donde salgo yo en ellas..
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